Mentor de Carrera

Para lograr cualquier cosa en nuestra vida profesional, necesitamos metas. Son como una brújula, que nos guía hacia nuestro destino.

Sin una meta, estamos a la deriva en un océano y a merced de su marea. Sin rumbo, un día nos empuja hacia aquí y al siguiente, hacia allá. Estamos en manos de las decisiones de otras personas y de las influencias de circunstancias fuera de nuestro control.

Rara vez es nuestra propia elección la que nos guía.

Una meta te da la oportunidad de moldear tu propio futuro, de crear la carrera profesional que cumplirá con tu potencial. Con el trabajo adecuado, podés hacer todo esto posible para vos mismo.

Cuando estás sin rumbo, es imposible desarrollar un sistema de valores con el cual puedas juzgar y elegir qué comportamientos son apropiados para cualquier circunstancia o interacción. La falta de rumbo da el mismo valor a todos tus comportamientos, ya sean productivos o improductivos, útiles o perjudiciales.

Solo una vez que tenés una meta, podés alcanzar cierta claridad. Es esta claridad la que te da el entendimiento correcto, y la oportunidad de desarrollar un sistema de valores con el que puedas aclarar cuáles son los comportamientos necesarios que te llevarán a tu objetivo, y cuáles son los comportamientos innecesarios que te alejarán de él.

El entendimiento correcto también te da la oportunidad de desarrollar un equilibrio entre tu Habilidad, que es el conjunto de herramientas y destrezas que poseés para hacer las cosas, y tu Ambición, que es el impulso hacia las cosas que te gustaría tener en tu vida. Si tu Habilidad es mayor que tu Ambición, nunca te desafiarás lo suficiente como para poder crecer y aprender profesionalmente. Por otro lado, si tu Ambición es mayor que tu Habilidad, fracasarás constantemente en tus esfuerzos, porque asumirás tareas para las cuales no te das el tiempo necesario para desarrollar las herramientas necesarias.

La psicología requerida para tu crecimiento profesional óptimo es encontrar este equilibrio entre ambos, donde tu Ambición esté justo por delante de tu Habilidad, para que te dé la oportunidad de aprender, crecer y desarrollarte, sin agotarte de tal manera que constantemente te ponga en una posición de fracaso.

un plan

Una vez que has establecido claramente una meta, pasás al siguiente paso, que es formular un Plan. Un plan es como un mapa, un mapa que marca claramente una cronología de pasos que necesitás dar para llegar a tu destino. Esta cronología es importante porque te permite tener no solo una imagen más clara de cómo vas a lograr tu meta de mañana, sino también dónde debés estar al final del día y qué debés estar haciendo ahora mismo.

Más de una vez, cuando fallamos en nuestra meta, no solo nuestra Ambición es mucho más deseosa que nuestra Habilidad, sino que también hemos intentado dar el tercer paso sin haber dado primero el primer y segundo paso.

Enfoque y Disciplina

Establecer una meta y desarrollar un plan son, por así decirlo, el aspecto teórico del trabajo. Como con todo lo que es teórico, si no lo ponés en práctica, nunca podrá crear un cambio en tu vida. El Enfoque y la Disciplina son cómo traés tus ideas a la vida.

Una meta y un plan te proporcionan la dirección hacia la que debés moverte.

El Enfoque y la Disciplina son las herramientas prácticas que te mueven a lo largo de tu camino.

El Enfoque es cómo mantenés tu mente concentrada en tu meta cuando enfrentás desafíos, y la Disciplina son los comportamientos con los cuales superás esos desafíos.

El Enfoque y La Disciplina son las capacidades de afrontar con serenidad los desafíos que no están dentro de nuestras expectativas.

Cuando hablo de Disciplina, no me refiero solo a la disciplina física, como crear una psicología saludable a través del ejercicio, la dieta y el sueño. Este es un aspecto necesario de la disciplina general requerida, pero por sí solo es insuficiente. La disciplina de la que hablo también involucra la disciplina intelectual y emocional.

Los desafíos que enfrentás en el camino nunca son solo desafíos de fuerza, para los cuales necesitás disciplina física. También serán desafíos como problemas que necesitás resolver, lo cual requiere disciplina intelectual, o situaciones y personas que debés aprender a comprender y tratar, lo cual requiere disciplina emocional.

Desarrollás Resiliencia Psicológica una vez que disciplinás las tres partes de vos mismo.

cultura

La última pieza del rompecabezas es entender la Cultura de la empresa en la que trabajás, o el negocio que te gustaría establecer. La cultura de una empresa es el sistema de valores al que todos sus empleados y empleadores adhieren y participan. Entender este sistema de valores es clave para comprender qué comportamientos son recompensados y buscados en un empleado, porque son estos comportamientos los que te ayudarán a tener éxito en esa cultura.

Igualmente, si sos un emprendedor que comienza tu propio negocio, la Cultura que creás en él es la variable más importante en las percepciones que tus empleados tendrán de vos como líder, del entorno laboral y de tu empresa. Solo podés esperar que tus empleados sean Leales y Dignos de Confianza cuando el entorno psicológico de tu negocio sea saludable.

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